Época: Babilonia
Inicio: Año 1156 A. C.
Fin: Año 539 D.C.

Antecedente:
La arquitectura monumental

(C) Federico Lara Peinado



Comentario

El punto de interés religioso de Babilonia era, sin duda, la ziqqurratu, llamada Etemenanki (Casa fundamento del cielo y de la tierra), de la cual hoy sólo subsisten algunos ladrillos de sus cimientos y una ancha fosa cuadrangular con un apéndice frontal -llamada "es-Sahn" = la sartén-, todo lleno de agua, en donde crecen las cañas.
Por una tablilla de la época seléucida, hallada en Uruk (Tablilla del Esagila), y que copiaba un original más antiguo, conocemos las dimensiones reales de la monumental torre: 15 por 15 por (15) gar, esto es, 90/91 m cada uno de los lados de la base por 90/91 de altura.

La mole, formada por un núcleo de adobes recubiertos por una gruesa capa de ladrillos de hasta 15 m de espesor, se alzaba sobre un gigantesco terraplén en forma rectangular (456 por 412 m), cerrado por una muralla con doce puertas, en cuyo sector meridional se levantaban los edificios auxiliares, y en el oriental el mercado, los quioscos y los almacenes. Se ignora el número exacto de plantas que tuvo y la disposición de sus escaleras, aunque las reconstrucciones más fiables hablan de siete pisos y de una gran escalera de acceso, exenta, y que alcanzaba la segunda planta. Desde allí se llegaba a la cúspide, en donde algunos autores sitúan un templo alto (shakhuru) que, según los textos, Nabucodonosor II hizo centellear con ladrillos esmaltados de azul claro, para contraponerlo, de alguna manera, al templo bajo, como así se denominaba al Esagila de Marduk.

Sobre el lado meridional del Etemenanki, y ocupando una superficie de 6.700 m cuadrados, delimitada por una muralla, se situó el templo bajo de Marduk, llamado Esagila (Casa de la cabeza alzada), todavía hoy escondido por una gran capa de escombros. Constaba de un santuario principal y dos patios situados al este, sobre los que se abrían numerosas dependencias auxiliares, midiendo todo 89,40 por 116 m. En este magnífico templo (79,30 por 85,80), que guardaba el tesoro del dios en cámaras secretas, tenían sus capillas Marduk, muy espaciosa (40 por 20 m), su esposa Zarpanitum y el hijo de ambos, Nabu, así como otras dedicadas a las deidades más importantes del panteón.

Por referencias sabemos que las paredes y la cubierta de la cella principal eran de maderas preciosas revestidas de lámina de oro y plata, el pavimento de baldosines de alabastro y lapislázuli y el techo de vigas de cedro dorado. A tal cella, que guardaba la gran estatua de Marduk, de oro, sentado en trono también de oro, se accedía por una fachada monumental, reforzada con torres.

Un tercer santuario, en conexión con el Esagila era el bit akiti (Casa del Festival Akitu), situado fuera de las murallas de la ciudad, en su zona norte, probablemente en el actual Tell esh-sharki. De tal construcción, que desempeñaba un importantísimo papel cada año con motivo de las fiestas en honor de Marduk, nada se sabe al no haberse localizado.

Los tres conjuntos religiosos que acabamos de citar estaban conectados entre sí mediante una magnífica Vía procesional que, arrancando desde el puente del Eufrates (a partir de un desembarcadero) se dirigía, tras bordear el Etemenanki, hacia el norte para ir a buscar la Puerta de Ishtar y prolongarse en la campiña hasta el bit akiti.

Esta Vía, llamada Ai-ibur-shabu (El enemigo no pasará), lugar por donde se desarrollaban las espectaculares procesiones de Marduk, Nabu y demás dioses durante las fiestas del Año Nuevo, estaba pavimentada con cuadradas losas de caliza roja con vetas blancas. Su longitud era de unos dos km y su anchura oscilaba entre los 16 y los 20 m. Discurría entre muros de 7 m de altura y presentaba como decoración las figuras de 120 leones (el animal sagrado de Ishtar), hechas también de ladrillo moldeado y vidriado sobre un fondo azul. La serie de fragmentos encontrados ha permitido realizar una reconstrucción parcial de la misma en el Museo de Berlín.

De las ocho puertas de la ciudad, cada una asignada a una divinidad, la más importante fue la dedicada a la diosa Ishtar. Estructuralmente, tal construcción se componía de dos puertas, con pequeños vestíbulos internos, conectadas con un paso de enlace y realzadas con sendos torreones dobles; sus cuerpos, de distinta altura, finalizaban en almenas y se adaptaban en todo a la línea defensiva de las murallas del sector norte, zona en la que estaba ubicada.

Su construcción conoció tres fases, debiendo elevarse cada vez el nivel de la calle: en la primera, se levantó con ladrillos en relieve sin esmaltar, en la segunda, con ladrillos esmaltados y lisos, y ya, en la última (lo que significó el enterramiento de las dos puertas anteriores), se combinaron las dos modalidades de ladrillos (esmaltados y en relieve), dando como resultado una maravillosa obra arquitectónica.

Las paredes de la Puerta, que alcanzó los 25 m de altura, se revistieron con ladrillos esmaltados en tono azul intenso, sobre los cuales se situaron en relieve y en un mínimo de 13 filas 575 figuras de dragones (mushhushshu) y toros, atributos ambos, en este contexto, del dios Marduk, a quien Nabucodonosor II -y no a Ishtar- entregó la puerta como don.

En la actualidad, lo que subsiste in situ es la parte inferior (entre 7 y 12 m de altura) de la Puerta sin esmaltar, con los restos todavía de unos 150 toros y dragones. Muy cerca de ella, se ha construido últimamente una reproducción de la Puerta a mitad de su tamaño, pálido reflejo de lo que fue la construcción originaria vidriada, la cual puede verse hoy, parcialmente montada, en el Museo de Berlín.